Fragmento extraido del libro "La conciencia planetaria de Félix Rodríguez de la Fuente. Propuestas de un genio a la sociedad", de Miguel Pou Vázquez, donde nos cuenta el relato de la danza del cazador pigmeo como desagravio al elefante muerto. Cómo a Félix le impresionó, y lleno de admiración hacia Lazabo y su tribu, nos contó como un claro ejemplo para nuestra decadente civilización el profundísimo respeto que los pigmeos y todas las culturas de cazadores primitivos tenían hacia todos los seres del planeta.
"Lazabo era el jefe de la tribu pigmea. En realidad este pueblo primitivísimo no tiene líderes, y éstos son temporalmente en función de sus proezas venatorias.
"La luna llena se levanta como un globo de fuego en el claro de la selva... las mujeres se acurrucan, con los niños en los brazos, en torno a las marmitas donde borbotea el guido de mono colobo". Lazabo empieza a danzar y la tribu toca las flautas. "El cuerpo sudoroso del enano de la selva brilla como un bronce griego (...) Los ojos grandes y vivísimos están clavados en la hoja de lanza abandonada en tierra".
Félix asistió al espectáculo de su vida. El mismo espectáculo que debieron danzar los pigmeos y la humanidad antigua desde sus albores, en África o en Europa, "bajo el techo cósmico de la caverna". El enano de 35 kilos, dueño a pesar de ello de su cuerpo vigoroso, danza ágilmente la danza del elefante moribundo, que se prolonga durante horas, y que representa la caza del elefante. El elefante es un hijo muy querido del dios Komba, el dios supremo. Pero ha llegado la hora de cazar al gigante "Tembo" que es "fuente de todos los horrores y de todas las dichas", porque proporciona la carne y la ida a la comunidad. La danza de la caza cobra creciente vigor, hasta que el pigmeo toma la lanza y la clava en el suelo, representando la muerte del elefante cuya persecución ha llevado días. "Los pies de Lazabo caen pesadamente sobre la tierra roja del calvero, arrancando un ritmo extraño y melancólico a sus maracas vegetales. La expresión del cazador enano retrata la angustia de la muerte (...) El pigmeo ya no es un hombre". Había absorbido el alma del elefante y en otra ocasión dijo que "Es el más grande de los hombres que yo haya visto". "Está poseido por el espíritu del elefante. (...) Se tambalea, da traspiés" como lo hizo el coloso real al que había robado la vida, imitando " la penosa huida y la terrible agonía del elefante africano herido de muerte. Cuando se desploma, con la boca crispada, a unos centímetros de la punta de la lanza, todos los cazadores se levantan" y dan un gran grito. Representan la propia tribu hambrienta y allí está "la carne, la abundancia, la alegría" para todos. Así pues... (Hacer click abajo en leer más para seguir iendo el artículo)
, inician una danza frenética, mientras que "Tembo", el elefante muerto, que es Lazabo, salta de pronto: se ha convertido en el espíritu del elefante. Entonces Lazabo " se alza triunfal y corre a esconderse en la selva" porque al espíritu le avergüenza y le da pena su cuerpo muerto, pero recorre por la selva lleno de dicha y de felicidad pues ahora es libre y ligero.
, inician una danza frenética, mientras que "Tembo", el elefante muerto, que es Lazabo, salta de pronto: se ha convertido en el espíritu del elefante. Entonces Lazabo " se alza triunfal y corre a esconderse en la selva" porque al espíritu le avergüenza y le da pena su cuerpo muerto, pero recorre por la selva lleno de dicha y de felicidad pues ahora es libre y ligero.
Así descubrió Félix Rodríguez de la Fuente la moral, la religión y la filosofía de los pigmeos y de los hombres primitivos, que llevaría consigo toda su vida. Nunca la olvidaría, y nos la contó extasiado de emoción y felicidad. Lo descubierto fueron los mandamientos de los pigmeos, o una especie de diez profesiones de fe- posiblemente de todos los hombres primitivos. Resumidamente son estos:
1. Un cazador no puede comer de la presa abatida , ni que le haya costado un año cobrarla, ni que haya muerto su compañero durante el viaje o durante la muerte del elefante (mucho pigmeos mueren en esas cacerías)
2. Ese cazador sólo puede comer cuando otro cazador obtiene alimento.
3. La presa cobrada, y los bienes de la tribu, son comunitarios. No existe el concepto "tener": todo es de todos, pero se puede pedir prestado temporalmente lo que es de todos.
4. La muerte de Tembo, y la caza de cualquier animal, agravia a la selva y es una herida al dios Komba, que como Padre quiere a todos los animales igual que a sus hijos los hombres.
5. El matador debe desagraviar a Komba, y el resto de la tribu tiene que contribuir al desagravio porque también come la carne.
6. Los negros danzarán tanto para desagraviar al dios, como para darle las gracias, y bailarán y le cantarán a él y a la selva, porque la selva ha sido herida ya que es el cuerpo de Komba.
7. Puesto que Tembo sufrió cuando el cazador se puso bajo su vientre y le asestó fuertemente la lanza, el cazador debe sufrir, en una representación muy sentida, la muerte del elefante.
8. Gracias a esa representación, incluida la canción del elefante muerto pidiendo perdón, el espítitu de ese elefante puede por fin reencarnar. En otro lugar de la selva está naciendo un elefantito.
9. Así regresa la paz a Komba y a su cuerpo, la selva, y todo queda perdonado y restaurado. Para la tribu llega el alivio, ya no siente culpabilidad.
"La conciencia planetaria de Félix Rodríguez de la Fuente. Propuestas de un genio a la sociedad". Miguel Pou Vázquez
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