El inca ha sido ensalzado como el más fuerte y cohesionado de los imperios prehispánicos. Se estima que los primeros miembros de esta tribu se instalaron en los Andes peruanos hacia el 1300 d.C. y en sólo un siglo disponían ya de un reino pujante que habia sometido a algunos de sus vecinos y que fue ampliando sus dominios progresivamente hasta límites nunca antes conocidos en el continente.
Ubicada a apenas 2km al norte de la ciudad de Cuzco (Perú), Sacsayhuamán es una "fortaleza ceremonial" Inca construida a 3700 msnm entre los siglos XV y XVI, considerada la mayor obra arquitectónica realizada por los incas durante su apogeo. Para más información click aquí |
Gentes diestras en toda clase de cultivos agrícolas (entre ellos, el maíz, las patatas, varios tipos de frutas y verduras y el algodón), los incas habían domesticado la llama y la alpaca, que les proporcionaba carne y lana y además eran utilizadas como bestias de carga. También disponían de hábiles tejedores y alfareros, poseían conocimientos de medicina y cirugía y, como buenos fundadores, aplicaron la ciencia de sus ingenieros y arquitectos para dejarnos sorprendentes legados pétreos de su paso por el mundo. Así por ejemplo. Sacsahuamán, la fortaleza que domina Cuzco, muestra piedras esculpidas y encajadas a la perfección, cada una de ellas de un peso estimado en cientos de toneladas y ensambladas con tal exactitud que es imposible introducir un cuchillo entre dos de ellas. La famosa ciudad de Machu Picchu, descubierta en 1911 por el explorador Hiram Bingham en el valle de Urubamba, nos permite admirar la obra de cultivos por terrazas, aprovechando los desniveles de las montañas para que las plantas recibieran el mayor número posible de horas de sol. Otro ejemplo de su arte constructor en la extensa y bien asentada red de carreteras que permitía traer y llevar todo tipo de información con inusitada velocidad mediante los chasquis o mensajeros rápidos que se relevaban cada dos o tres kilómetros en postas sucesivas (...)
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Toda la sociedad era dirigida por una jerarquía piramidal con tres capas de poder. En la cúspide figuraba el Inca o Rey, soberano absoluto a la hora de decidir las estrategias políticas, religiosas y militares. Bajo él, y a su lado, los familiares y amigos, que componían la aristocracia y el sacerdocio y desempeñaban el papel de consejeros en la corte o gobernadores en las respectivas provincias. Y como tercera capa dominante, extensión natural de las anteriores, los funcionarios, que se encargaban de controlar realmente la sociedad a las órdenes de los miembros de las dos capas anteriores. (...) Llevaban las cuentas a través de los quipus: trozos de cuerda que eran anudados a intervalos significativos según el número que se deseara anotar y con base en un sistema decimal de cálculo, cuya responsabilidad caía sobre un tipo especial de administrador: el quipucamayoc. Con los quipus se llevaban los registros de tributos e impuestos (...)
quipu |
El inca Pachacuti o Pachacutec ascendió al trono y fue el primero en plantearse la expansión de su pueblo y la creación de un imperio como tal.(...) Su hijo y sucesor Tupac Yupanqui, siguió el sendero trasado por su padre y conquistó el pueblo Quito, al norte de Ecuador, el reino Chimú, los valles del Sur donde más tarde fundaría la actual Lima y el valle de Nazca, hasta el centro de lo que hoy es Chile. El imperio llegó a ocupar una superficie de 3500 kilómetros a lo largo de la costa del Pacífico, internándose en el continente una media de 320 kilómetros. La anexión de nuevas tierras duró prácticamente hasta la llegada de Francisco Pizarro en 1532.
En el siglo XVI, todas las tierras regidas por el Inca estaban repartidas para su administración, en cuatro regiones sometidas a Cuzco, la capital, que centralizaba el poder de forma rígida. El cuatro era un número importante desde el punto de vista mágico para los americanos, y eso incluye a los incas que, de hecho, llamaban a su país Tawantinsuyu, "la Tierra de los Cuatro Cuartos". El propio Inca Pachacuti hizo edificar el gran templo de Coricancha, el Templo del Sol, en una plaza ceremonial flanqueada por los palacios de sus predecesores, de la cual partían cuatro carreteras hacia los extremos del Imperio. Cada uno de los ceques o líneas rectas que partían de Coricancha almacenaba un poder místico y para resaltar su carácter divino albergaba una serie de huacas o lugares sagrados distribuidos a lo largo de toda su longitud.
Coricancha |
El pueblo llano tenía lo suficiente para una subsistencia cómoda, pero se le exigía una serie de servicios laborales concretos al soberano, y además la mayoría de sus actos estaban bajo control, incardinados en un rígido sistema de clases. Cuando los españoles llegaron a Perú, se encontraron con un factor que les favorecería: dos rivales luchaban por hacerse con el control de este apetitoso imperio. Atahualpa, en el norte y Huáscar en el sur. La guerra civil fue ganada por Atahualpa pero este no pudo hacer gran cosa contra los hombres de Pizarro, que en 1533 le hicieron prisionero.(...)
Los españoles consiguieron penetrar con rapidez y facilidad en el territorio de los incas por diversos motivos: por ejemplo, utilizando en contra de ellos su propia red de carreteras, manteniendo alianzas con rebeldes al poder en Cuzco o, sin habérselo planteado previamente, manipulando a su favor la mitología incaica. En ella, al igual que en la azteca, aparece un dios barbudo de piel blanca, un dios que les regaló la civilización y que después se habia ido advirtiendo que volvería en el futuro. Para los aztecas fue Quetzalcóatl, y para los incas, Viracocha. (...)
Viracocha |
La creación según los incas
La leyenda dice que los primeros antepasados de este pueblo surgieron del interior de tres cuevas ubicadas cerca de Cuzco, en un sitio conocido como Pacariquetambo, que significa Lugar de los Orígenes. Estos padres mitológicos del pueblo eran seis: tres hermanos y tres hermanas y todos vestían mantos y camisas de lana fina y poseían vasijas de oro. Uno de ellos, Ayar Cachi empezó a usar su honda para lanzar grandes piedras con las que reconstruir los alrededores. Los demás, celosos de semejante demostración de poderío, primero le recriminaron su actitud y luego maquinaron entre sí y le convencieron para que regresara a las cuevas a recoger una copa de oro y una llama sagrada, que se habían dejado en el interior. Ayar Cachi aceptó solícito y sin sospechar nada, mas en cuanto regresó al interior de las montañas, sus hermanos y hermanas sellaron la puerta. Siendo hombre de recursos, sin embargo, logró escapar. Les dijo a la familia que a partir de entonces se iría a vivir solo a la montaña sagrada, llamada Huanacauri. No tomó venganza pero sí les dijo cómo deberían mostrar su condición regia a los humanos comunes, llevando pendientes de oro en señal de distinción regia y en calidad de primeros padres de la humanidad. Ayar Cachi se transformó más tarde en piedra.
El tercero de estos hermanos primordiales, que había adoptado el nombre de Manco Cápac, decidió fundar una ciudad en su honor, a la que llamó Cuzco. La construyó, según algunas versiones, con ayuda de un cayado de oro, y luego se casó con una de sus hermanas para fundar una dinastia real. (...)
Los emperadores incas, como los egipcios o como tantos otros antes y después de ellos, no sólo eran reyes de este mundo sino también del otro: ostentaban la jefatura de su pueblo porque eran hombres reales y completos en contraposición a sus súbditos, que no pasaban de ser individuos ficticios por lo incompleto de su educación material y espiritual. Como Hijos del Sol que se autoproclamaban, debían casarse con alguien de su misma categoría para no enfangar su linaje. Los sucesivos ocupantes del trono fueron criados en distintas familias de una misma casta de nobles y sacerdotes que emparentaban entre sí para mantener esa línea de sangre.(...)
Otra versión interesante del comienzo del mundo nos traslada al sureste de Cuzco, a las cercanías del misterioso lago Titicaca. Allí, el gran dios Viracocha esculpìó la piedra para crear a partir de ella una raza de gigantes que poblaron la tierra. Sin embargo, los colosos se vieron tan fuertes que se rebelaron frente a su creador. En castigo, un aireado Viracocha, les devolvió a su materia prima original. Les re-transformó en piedra en lugares como Tiahuanaco o directamente les ahogó en un gran diluvio.De todos ellos, sólo permitió que sobrevivieran un hombre y una mujer, pareja ue fue trasladada a su propia y divina morada gracias a su magia. Viracocha crea una nueva raza de seres humanos. Sin embargo, para hacerles más maleables, esta vez utilizó barro en lugar de piedra y los construyó más pequeños. A continuación decidió separarlos en varios pueblos y pintó cada grupo con colores distintos, aparte de darle costumbres, lenguas, semillas y canciones diferentes entre sí. Luego ordenó al Sol, la Luna y las Estrellas, que dejaran de holgazanear en la llamada Isla del Sol, en el Titicaca, y empezaran a brillar en el cielo.
Una leyenda curiosa que habla de la época previa a la existencia del Sol parece hacer referencia también a la primera raza de gigantes.Asegura,que después de lo ocurrido, los espíritus de las montañas o Apus decidieron sustituir a los antiguos habitantes primitivos por humanos nuevos y para ello crearon un hombre y una mujer: Inkari y Collari. El primero de ellos recibió una palanca mágica de oro que le permitiría fundar una ciudad siempre y cuando siguiera un ritual preciso que incluía el hecho de que la palanca cayera derecha, formando un ángulo recto sobre el suelo,después de ser lanzada. El desganado Inkari la lanzó y, la primera vez, ni siquiera logró penetrar la tierra y rebotó . La segunda vez sí se clavó, pero no como exigían las instrucciones. Pensando que sería el mejor tiro que podria conseguir, fundó allí mismo la ciudad de Quero, cerca del lugar donde en el futuro se alzaría Cuzco. Encolerizados por la estupidez de Inkari, los Apus dieron poder temporal a un grupo de hombres primitivos para que pudieran salir en pleno día de sus refugios bajo tierra y le lapidaran. Inkari escapó por los pelos y se refugió durante un tiempo en la región del Titicaca. Después de mucho reflexionar, maduró, reconoció sus errrores y regresó dispuesto a enmendarlos. Tomó la palanca mágica y la lanzó por tercera vez. En esta ocasión cayó de forma correcta, y sin pensárselo dos veces fundó Cuzco. Feliz por lo ocurrido, se quedó allí con los suyos y envió a su hijo mayor a Quero para que esta ciudad no se quedara sin poblar. Concluida su labor básica como fundadores, Inkari y Collari se dedicaron a viajar como educadores: enseñaron desde la mejor forma de sembrar y cosechar hasta cómo construir una casa (....) Nadie los vio morir; simplemente un día se internaron en la selva y ya no volvieron. Sus descendientes se convirtieron, según esta leyenda, en los incas.
Lugares de poder
Uno de los detalles de las creencias incas que más llamó la atención a los primeros misioneros era su afán por el peregrinaje a puntos concretos dotados de poder místico. Los viajes sagrados a los santuarios de los templos/pirámides, a fuentes mágicas y especialmente a determinados picos montañosos de los Andes constituían parte esencial de su fe. Uno de los centros de peregrinación más célebres fue el santuario Pachamac en la costa peruana. Allí los sacerdotes regulaban el culto de esta deidad creadora y de la tierra cuyos fieles enriquecían constantemente su santuario con oro, le ofrecían sacrificios humanos y animales y recibían a cambio predicciones del oráculo sobre su futuro. Pachamac estaba considerado como el dios supremo por lo habitantes de la región y ejercía gran influencia incluso antes de que el imperio incaico lo absorbiera. (...) Todavía en la actulidad existen peregrinaciones a montañas sagradas en los Andes; la mayoria de ellas, en su origen paganas, pero refugiadas bajo la coartada de un barniz de cristianismo. (...)
Los incas se sentían especialmente unidos a la Madre Tierra, la Pachamama, y en ese sentido hay que entender su ansia por descubrir y fijar lo mejor posible los lugares sagrados que en ella se ocultan.(...)
Los accidentes concretos del paisaje andino impregnados de un significado mítico específico con el consiguiente poder sobrenatural añadido, las ya citadas huacas, eran por lo general piedras y manantiales pero también podía tratarse de cuevas, tumbas de antepasados y por supuesto montañas enteras. Al igual que en el Viejo Mundo los peregrinos hacia Santiago de Compostela arrojaban guijarros a su paso por determinados hitos hasta formar descomunales montones de piedra llamados milladoiros, los incas en el Nuevo Mundo hacían lo propio para formar los apachetas. Estas piedras apiladas en la cima de los pasos de montaña o en las encrucijadas, servían para indicar el mejor lugar a los caminantes para que éstos se detuvieran y oraran un instante a los dioses locales ofrendando, si podían, algo de coca o prendas de vestir; o, en su defecto, para que arrojaran otra piedra que incrementara la señal dejada por tantos piadosos viajeros que habian pasado con anterioridad.
Existen diversas leyendas que muestran la importancia de estas apachetas en su calidad de puentes entre el mundo humano y el espiritual. Entre ellas la que nos cuenta cómo una de ellas cobró vida y las piedras se transformaron en sendos guerreros durante un breve espacio de tiempo para ayudar al legendario Inca Pachacuti a derrotar a sus enemigos.
La estirpe de Viracocha
La primera vez que los conquistadores tuvieron oportunidad de contemplar la representación de Viracocha fue en Cuzco y ciertamente quedaron impresionados. Ante ellos había una estatua de oro finamente labrado "de la altura de un niño de unos diez años" que representaba a un dios blanco y barbudo tocado con una larga túnica, muy similar a la imagen que muchos de ellos guardaban de Jesucristo. Los sacerdotes incas les explicaron que era una divinidad creadora, omnipresente e inconmensurable, una especie de dios supremo que animaba con su sola fuerza al universo entero, hasta el punto de ser capaz de dotar de vida a las plantas, los animales, los seres humanos e incluso a otros dioses menores. Los incas sentían un profundísimo respeto y veneración por él (...) En realidad Viracocha no es su nombre sino la versión fonéticamente adaptada al español, de su título más común: Ilya-Tiquisi Wiracoca Pacayacacic o, lo que es lo mismo, Antiguo Cimiento, Señor Instructor del Mundo. (...)
Además de Viracocha, el panteón inca albergaba un poderoso grupo de deidades celestes de los cuales tres actuaban con especial intensidad. El primero de ellos era Inti, el dios Sol, considerado como un antepasado ilustre de la familia real. De hecho, uno de los sobrenombres del Inca era "Hijo del Sol", así que la veneración de Inti se convirtió en una religión de Estado. El astro rey solía ser presentado por un gran disco dorado rodeado por rayos con rostro humano. Su culto giraba en torno a Coricancha, en Cuzco, donde su reluciente imagen estaba flanqueada por las momias de antiguos emperadores, vestidos con complicados ropajes, y protegida por muros cubiertos con el "sudor del sol", es decir, con láminas de oro sagrado. Los orfebres incas representaron todo tipo de formas de vida conocidas con el dúctil metal en el jardín de Coricancha: desde una llama hasta una mariposa (...) Las características de este culto solar, que tanto nos recuerdan al de otros cultos idénticos en el resto de civilizaciones antiguas, incluyen también la existencia de unas "vestales" apropiadas. En este caso se llamaban Acllas, las Mujeres Elegidas, y se las conocía popularmente como las Vírgenes o Doncellas Solares. Las Mama Cunas, unas mujeres mayores que se encargabande vigilar tanto el ritual como la pureza de estas muchachas, mantenían la tradición y organizaban su vida repartiendo sus tareas entre la adoración de Inti y el servicio a la familia real.
Desde los ocho años de edad, las Acllas vivían enclaustradas en templos-convento conocidos como Acllahuasi, donde se encargaban de confeccionar la ropa, la comida y la cerveza de maíz para las celebraciones del Estado. Además custodiaban un fuego sagrado, una llama eterna, para la fiesta solar conocida como Inti Raymi que tal y como mandan los cánones, se festejaba en el solsticio de verano. Por último, el emperador podía usar estas mujeres como concubinas en su calidad de familiar directo del astro rey.
Cualquier culto solar lleva aparejado otro lunar, y en este caso no podía ser menos. Emparejados en los cielos sobre nuestras cabezas desde tiempos inciertos, el Sol y la Luna están acostumbrados a compartir los más elevados sitiales de la religión humana. La segunda gran divinidad representante de la Luna, conocida como Mama Kilya y por supuesto con el tratamiento de hermana y consorte de Inti. Lo que de paso la relacionaba con el hombre inca, que la consideraba como madre de su raza y guardiana del tiempo al señalar el paso de las semanas gracias a sus fases, reguladoras de las fiestas de calendario religioso. Los eclipses lunares eran época de prueba para Mama Kilya porque en ese momento una gran serpiente o un león de la montaña (un puma) de proporciones descomunales trataba de devorar su imagen celestial. Para ayudar a su antepasada divina, los seres humanos debían hacer el mayor ruido posiblea fin de asustar al gigantesco animal. Y eso es lo que se hacía durante estos momentos tan especiales que siempre terminaban con la diosa liberándose de su agresor. Igual que sucedía con su marido Inti, la imagen de Mama Kilya estaba rodeada en el complejo de Coricancha por las momias de sus "hijas", las sucesivas emperatrices y naturalmente su santuario estaba revestido por el "sudor de la Luna", o sea, por láminas de plata.
Y la tercera gran divinidad era Ilyap´a. El dios del trueno y del tiempo atmosférico ejercia otro rol común, como protector específico del pueblo en tanto generador de la lluvia que fertilizaba los campos y proveía de alimentos en época de cosecha. En la mitología Inca, Ilyap´a se pasaba la vida haciendo viajes al río celestial que fluía entre las estrellas (la Vía Láctea) para acarrear allí en una jarra propiedad de su hermana el agua que más tarde vertía sobre las tierras de los hombres. Como era un ser divino, no podía limitarse a dejar caer el agua, sino que debía hacerlo a lo grande, llamando la atención. La técnica adecuada incluía el uso de su gigantesca honda con la que lanzaba una gran piedra que en forma de rayo rompía la jarra. Esta se recomponía después por arte de magia. En cuanto al trueno, no era otra cosa que el chasquido de tan colosal arma, y el relámpago, el fugaz destello de sus ropas al moverse.
Existían además otros dioses menores como Cuichu el Arco Iris, Pacha Mama la Tierra Madre y Mama Coca la Mar Madre.
Los incas realizaron observaciones sobre ciertos fenómenos celestes, como la salida y el ocaso del sol, y los relacionaron con las fases y los movimientos de la Luna. Así los sacerdotes astrónomos observaban los movimientos solares para calcular las fechas de las dos celebraciones rituales más importantes en Cuzco: los solsticios de junioy diciembre. En diciembre se festejaba la fiesta real de Cápac Raymi, centrada en los ritos de iniciación de los muchachos de ascendencia regia, y se observaba el sol al atardecer desde el Coricancha. El rasgo más destacado de la astronomía inca incluía el estudio de la Vía Láctea y las constelaciones contiguas de "nubes negras" formadas por zonas opacas de polvo interestelar. (...)
El calendario inca estaba relacionado con la primera aparición de las Pléyades antes de la salida del sol. Esta constelación, una de las más importantes ya que fue utilizada en la elaboración de su calendario lunar sideral, era conocida como Collca, el Granero, porque protegía las semillas y la actividad agrícola. El calendario lunar sideral comenzaba la noche del 8 al 9 de junio y terminaba la del 3 al 4 de mayo. Se celebraban ceremonias en honor de los emblemas reales en el mes de Aryhua, abril, cuando se enseñaba a una llama de color blanco(previamente vestida con una especie de camisa roja) a comer coca y beber chicha (cerveza de maíz) como símbolo de la primera llama que apareció sobre la tierra tras una gran inundación de tiempos ancestrales.
La leyenda dice que los primeros antepasados de este pueblo surgieron del interior de tres cuevas ubicadas cerca de Cuzco, en un sitio conocido como Pacariquetambo, que significa Lugar de los Orígenes. Estos padres mitológicos del pueblo eran seis: tres hermanos y tres hermanas y todos vestían mantos y camisas de lana fina y poseían vasijas de oro. Uno de ellos, Ayar Cachi empezó a usar su honda para lanzar grandes piedras con las que reconstruir los alrededores. Los demás, celosos de semejante demostración de poderío, primero le recriminaron su actitud y luego maquinaron entre sí y le convencieron para que regresara a las cuevas a recoger una copa de oro y una llama sagrada, que se habían dejado en el interior. Ayar Cachi aceptó solícito y sin sospechar nada, mas en cuanto regresó al interior de las montañas, sus hermanos y hermanas sellaron la puerta. Siendo hombre de recursos, sin embargo, logró escapar. Les dijo a la familia que a partir de entonces se iría a vivir solo a la montaña sagrada, llamada Huanacauri. No tomó venganza pero sí les dijo cómo deberían mostrar su condición regia a los humanos comunes, llevando pendientes de oro en señal de distinción regia y en calidad de primeros padres de la humanidad. Ayar Cachi se transformó más tarde en piedra.
El tercero de estos hermanos primordiales, que había adoptado el nombre de Manco Cápac, decidió fundar una ciudad en su honor, a la que llamó Cuzco. La construyó, según algunas versiones, con ayuda de un cayado de oro, y luego se casó con una de sus hermanas para fundar una dinastia real. (...)
Lago Titicaca |
Los emperadores incas, como los egipcios o como tantos otros antes y después de ellos, no sólo eran reyes de este mundo sino también del otro: ostentaban la jefatura de su pueblo porque eran hombres reales y completos en contraposición a sus súbditos, que no pasaban de ser individuos ficticios por lo incompleto de su educación material y espiritual. Como Hijos del Sol que se autoproclamaban, debían casarse con alguien de su misma categoría para no enfangar su linaje. Los sucesivos ocupantes del trono fueron criados en distintas familias de una misma casta de nobles y sacerdotes que emparentaban entre sí para mantener esa línea de sangre.(...)
Otra versión interesante del comienzo del mundo nos traslada al sureste de Cuzco, a las cercanías del misterioso lago Titicaca. Allí, el gran dios Viracocha esculpìó la piedra para crear a partir de ella una raza de gigantes que poblaron la tierra. Sin embargo, los colosos se vieron tan fuertes que se rebelaron frente a su creador. En castigo, un aireado Viracocha, les devolvió a su materia prima original. Les re-transformó en piedra en lugares como Tiahuanaco o directamente les ahogó en un gran diluvio.De todos ellos, sólo permitió que sobrevivieran un hombre y una mujer, pareja ue fue trasladada a su propia y divina morada gracias a su magia. Viracocha crea una nueva raza de seres humanos. Sin embargo, para hacerles más maleables, esta vez utilizó barro en lugar de piedra y los construyó más pequeños. A continuación decidió separarlos en varios pueblos y pintó cada grupo con colores distintos, aparte de darle costumbres, lenguas, semillas y canciones diferentes entre sí. Luego ordenó al Sol, la Luna y las Estrellas, que dejaran de holgazanear en la llamada Isla del Sol, en el Titicaca, y empezaran a brillar en el cielo.
Ciudad de Cuzco, Perú. Según la leyenda, fundada por el primer hombre: Inkari |
Una leyenda curiosa que habla de la época previa a la existencia del Sol parece hacer referencia también a la primera raza de gigantes.Asegura,que después de lo ocurrido, los espíritus de las montañas o Apus decidieron sustituir a los antiguos habitantes primitivos por humanos nuevos y para ello crearon un hombre y una mujer: Inkari y Collari. El primero de ellos recibió una palanca mágica de oro que le permitiría fundar una ciudad siempre y cuando siguiera un ritual preciso que incluía el hecho de que la palanca cayera derecha, formando un ángulo recto sobre el suelo,después de ser lanzada. El desganado Inkari la lanzó y, la primera vez, ni siquiera logró penetrar la tierra y rebotó . La segunda vez sí se clavó, pero no como exigían las instrucciones. Pensando que sería el mejor tiro que podria conseguir, fundó allí mismo la ciudad de Quero, cerca del lugar donde en el futuro se alzaría Cuzco. Encolerizados por la estupidez de Inkari, los Apus dieron poder temporal a un grupo de hombres primitivos para que pudieran salir en pleno día de sus refugios bajo tierra y le lapidaran. Inkari escapó por los pelos y se refugió durante un tiempo en la región del Titicaca. Después de mucho reflexionar, maduró, reconoció sus errrores y regresó dispuesto a enmendarlos. Tomó la palanca mágica y la lanzó por tercera vez. En esta ocasión cayó de forma correcta, y sin pensárselo dos veces fundó Cuzco. Feliz por lo ocurrido, se quedó allí con los suyos y envió a su hijo mayor a Quero para que esta ciudad no se quedara sin poblar. Concluida su labor básica como fundadores, Inkari y Collari se dedicaron a viajar como educadores: enseñaron desde la mejor forma de sembrar y cosechar hasta cómo construir una casa (....) Nadie los vio morir; simplemente un día se internaron en la selva y ya no volvieron. Sus descendientes se convirtieron, según esta leyenda, en los incas.
Lugares de poder
El Santuario de Pachamac |
Uno de los detalles de las creencias incas que más llamó la atención a los primeros misioneros era su afán por el peregrinaje a puntos concretos dotados de poder místico. Los viajes sagrados a los santuarios de los templos/pirámides, a fuentes mágicas y especialmente a determinados picos montañosos de los Andes constituían parte esencial de su fe. Uno de los centros de peregrinación más célebres fue el santuario Pachamac en la costa peruana. Allí los sacerdotes regulaban el culto de esta deidad creadora y de la tierra cuyos fieles enriquecían constantemente su santuario con oro, le ofrecían sacrificios humanos y animales y recibían a cambio predicciones del oráculo sobre su futuro. Pachamac estaba considerado como el dios supremo por lo habitantes de la región y ejercía gran influencia incluso antes de que el imperio incaico lo absorbiera. (...) Todavía en la actulidad existen peregrinaciones a montañas sagradas en los Andes; la mayoria de ellas, en su origen paganas, pero refugiadas bajo la coartada de un barniz de cristianismo. (...)
Pachacamac, fue el oráculo principal de la costa y creador de todas las cosas, más información aquí |
Ritual a la Pachamama |
Los incas se sentían especialmente unidos a la Madre Tierra, la Pachamama, y en ese sentido hay que entender su ansia por descubrir y fijar lo mejor posible los lugares sagrados que en ella se ocultan.(...)
Los accidentes concretos del paisaje andino impregnados de un significado mítico específico con el consiguiente poder sobrenatural añadido, las ya citadas huacas, eran por lo general piedras y manantiales pero también podía tratarse de cuevas, tumbas de antepasados y por supuesto montañas enteras. Al igual que en el Viejo Mundo los peregrinos hacia Santiago de Compostela arrojaban guijarros a su paso por determinados hitos hasta formar descomunales montones de piedra llamados milladoiros, los incas en el Nuevo Mundo hacían lo propio para formar los apachetas. Estas piedras apiladas en la cima de los pasos de montaña o en las encrucijadas, servían para indicar el mejor lugar a los caminantes para que éstos se detuvieran y oraran un instante a los dioses locales ofrendando, si podían, algo de coca o prendas de vestir; o, en su defecto, para que arrojaran otra piedra que incrementara la señal dejada por tantos piadosos viajeros que habian pasado con anterioridad.
Existen diversas leyendas que muestran la importancia de estas apachetas en su calidad de puentes entre el mundo humano y el espiritual. Entre ellas la que nos cuenta cómo una de ellas cobró vida y las piedras se transformaron en sendos guerreros durante un breve espacio de tiempo para ayudar al legendario Inca Pachacuti a derrotar a sus enemigos.
La estirpe de Viracocha
La primera vez que los conquistadores tuvieron oportunidad de contemplar la representación de Viracocha fue en Cuzco y ciertamente quedaron impresionados. Ante ellos había una estatua de oro finamente labrado "de la altura de un niño de unos diez años" que representaba a un dios blanco y barbudo tocado con una larga túnica, muy similar a la imagen que muchos de ellos guardaban de Jesucristo. Los sacerdotes incas les explicaron que era una divinidad creadora, omnipresente e inconmensurable, una especie de dios supremo que animaba con su sola fuerza al universo entero, hasta el punto de ser capaz de dotar de vida a las plantas, los animales, los seres humanos e incluso a otros dioses menores. Los incas sentían un profundísimo respeto y veneración por él (...) En realidad Viracocha no es su nombre sino la versión fonéticamente adaptada al español, de su título más común: Ilya-Tiquisi Wiracoca Pacayacacic o, lo que es lo mismo, Antiguo Cimiento, Señor Instructor del Mundo. (...)
Inti |
Además de Viracocha, el panteón inca albergaba un poderoso grupo de deidades celestes de los cuales tres actuaban con especial intensidad. El primero de ellos era Inti, el dios Sol, considerado como un antepasado ilustre de la familia real. De hecho, uno de los sobrenombres del Inca era "Hijo del Sol", así que la veneración de Inti se convirtió en una religión de Estado. El astro rey solía ser presentado por un gran disco dorado rodeado por rayos con rostro humano. Su culto giraba en torno a Coricancha, en Cuzco, donde su reluciente imagen estaba flanqueada por las momias de antiguos emperadores, vestidos con complicados ropajes, y protegida por muros cubiertos con el "sudor del sol", es decir, con láminas de oro sagrado. Los orfebres incas representaron todo tipo de formas de vida conocidas con el dúctil metal en el jardín de Coricancha: desde una llama hasta una mariposa (...) Las características de este culto solar, que tanto nos recuerdan al de otros cultos idénticos en el resto de civilizaciones antiguas, incluyen también la existencia de unas "vestales" apropiadas. En este caso se llamaban Acllas, las Mujeres Elegidas, y se las conocía popularmente como las Vírgenes o Doncellas Solares. Las Mama Cunas, unas mujeres mayores que se encargabande vigilar tanto el ritual como la pureza de estas muchachas, mantenían la tradición y organizaban su vida repartiendo sus tareas entre la adoración de Inti y el servicio a la familia real.
Acllas, Vírgenes del Sol |
Inti Raymi |
Desde los ocho años de edad, las Acllas vivían enclaustradas en templos-convento conocidos como Acllahuasi, donde se encargaban de confeccionar la ropa, la comida y la cerveza de maíz para las celebraciones del Estado. Además custodiaban un fuego sagrado, una llama eterna, para la fiesta solar conocida como Inti Raymi que tal y como mandan los cánones, se festejaba en el solsticio de verano. Por último, el emperador podía usar estas mujeres como concubinas en su calidad de familiar directo del astro rey.
Cualquier culto solar lleva aparejado otro lunar, y en este caso no podía ser menos. Emparejados en los cielos sobre nuestras cabezas desde tiempos inciertos, el Sol y la Luna están acostumbrados a compartir los más elevados sitiales de la religión humana. La segunda gran divinidad representante de la Luna, conocida como Mama Kilya y por supuesto con el tratamiento de hermana y consorte de Inti. Lo que de paso la relacionaba con el hombre inca, que la consideraba como madre de su raza y guardiana del tiempo al señalar el paso de las semanas gracias a sus fases, reguladoras de las fiestas de calendario religioso. Los eclipses lunares eran época de prueba para Mama Kilya porque en ese momento una gran serpiente o un león de la montaña (un puma) de proporciones descomunales trataba de devorar su imagen celestial. Para ayudar a su antepasada divina, los seres humanos debían hacer el mayor ruido posiblea fin de asustar al gigantesco animal. Y eso es lo que se hacía durante estos momentos tan especiales que siempre terminaban con la diosa liberándose de su agresor. Igual que sucedía con su marido Inti, la imagen de Mama Kilya estaba rodeada en el complejo de Coricancha por las momias de sus "hijas", las sucesivas emperatrices y naturalmente su santuario estaba revestido por el "sudor de la Luna", o sea, por láminas de plata.
Mama Kilya |
Y la tercera gran divinidad era Ilyap´a. El dios del trueno y del tiempo atmosférico ejercia otro rol común, como protector específico del pueblo en tanto generador de la lluvia que fertilizaba los campos y proveía de alimentos en época de cosecha. En la mitología Inca, Ilyap´a se pasaba la vida haciendo viajes al río celestial que fluía entre las estrellas (la Vía Láctea) para acarrear allí en una jarra propiedad de su hermana el agua que más tarde vertía sobre las tierras de los hombres. Como era un ser divino, no podía limitarse a dejar caer el agua, sino que debía hacerlo a lo grande, llamando la atención. La técnica adecuada incluía el uso de su gigantesca honda con la que lanzaba una gran piedra que en forma de rayo rompía la jarra. Esta se recomponía después por arte de magia. En cuanto al trueno, no era otra cosa que el chasquido de tan colosal arma, y el relámpago, el fugaz destello de sus ropas al moverse.
Existían además otros dioses menores como Cuichu el Arco Iris, Pacha Mama la Tierra Madre y Mama Coca la Mar Madre.
Los incas realizaron observaciones sobre ciertos fenómenos celestes, como la salida y el ocaso del sol, y los relacionaron con las fases y los movimientos de la Luna. Así los sacerdotes astrónomos observaban los movimientos solares para calcular las fechas de las dos celebraciones rituales más importantes en Cuzco: los solsticios de junioy diciembre. En diciembre se festejaba la fiesta real de Cápac Raymi, centrada en los ritos de iniciación de los muchachos de ascendencia regia, y se observaba el sol al atardecer desde el Coricancha. El rasgo más destacado de la astronomía inca incluía el estudio de la Vía Láctea y las constelaciones contiguas de "nubes negras" formadas por zonas opacas de polvo interestelar. (...)
El calendario inca estaba relacionado con la primera aparición de las Pléyades antes de la salida del sol. Esta constelación, una de las más importantes ya que fue utilizada en la elaboración de su calendario lunar sideral, era conocida como Collca, el Granero, porque protegía las semillas y la actividad agrícola. El calendario lunar sideral comenzaba la noche del 8 al 9 de junio y terminaba la del 3 al 4 de mayo. Se celebraban ceremonias en honor de los emblemas reales en el mes de Aryhua, abril, cuando se enseñaba a una llama de color blanco(previamente vestida con una especie de camisa roja) a comer coca y beber chicha (cerveza de maíz) como símbolo de la primera llama que apareció sobre la tierra tras una gran inundación de tiempos ancestrales.
Articulo extraido del libo "Antiguos Mitos Americanos" de Pedro Pablo G. May. Acento Editorial, 1998
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