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martes, 24 de enero de 2012

La leyenda de los indios Nahedis



 Acá os traemos una interesante historia sobre los indios Nahedis (del norte de Canadá) de la obra enciclopédica La Aventura de la Vida.



Los indios de la provincia canadiense de Alberta,pertenecen como este hechicero, al grupo o familia de Atapascos que ocupaban una gran parte del noroeste de la taiga.


 Algunos guías, guardabosques, y vigilantes de las regiones más agrestes del Canadá son indios,  pero su  modo de vida apenas tiene que ver con  lo que narraron los pioneros, o todavía se conserva, como museos vivientes de antropología, de cara, sobre todo a satisfacer la miope curiosidad de los turistas. Pero en Canadá el choque entre dos civilizaciones tan distintas como la preindustrial europea y la neolítica-cuando no paleolítica-aborigen determinó, sobre todo a partir de mediados del siglo pasado, cambios de costumbres y de modos de vida entre los indios , que contaminados por el alcohol y diezmados por enfermedades extrañas para ellos, como la viruela, fueron perdiendo su identidad y su conciencia de pueblo fuerte y original, cayendo en la pasividad de una decadencia de la que nunca más se han recuperado.

Durante la expedición que realizamos  a la taiga del norte del Canadá en 1979, visitamos el Parque Nacional de Nahanni; enorme extensión de bosques que abarca nada menos que medio millón de hectáreas. En este lugar tuvimos la ocasión de presenciar la situación que comentamos con los indios eslavos.


Los nahedis, pertenecientes al grupo atapasco, como los eslavos, vivieron en esa región desde que se establecieron en ella hace unos 10.000 años. Cercanos a los montes... (Hacer click abajo en Leer más para seguir leyendo el artículo completo)
Mackenzie y al corredor cuaternario que permitió el paso hacia el sur de las grandes manadas de herbívoros y de sus depredadores, los nahedis encontraron que la taiga les ofrecía un lugar ideal para su supervivencia, basada en una economía de cazadores. Se dedicaron entonces a un régimen de seminomadeo,condicionado por las estaciones que les hacía desplazarse dos veces al año, en un recorrido total de  500 kilómetros.

Hace 150 años los nahedis estaban ahi; hoy no queda ninguno. Los indios eslavos  que viven en el poblado de Nahanni Butte, donde antiguamente los nahedis pasaban el verano, piensan que eran, que "son", los indios más fuertes, mejor preparados. Aseguran que son inmortales, que no se han extinguido como creen los blancos. Están convencidos de que su desaparición se debe a que viven escondidos en algún lugar montañoso, boscoso,con muchos rios y torrentes y abundante comida, en algún remoto lugar del parque.



Supimos que los indios nahedis partían desde Nahanni Butte hacia las cataratas Virginia a principios del invierno, cuando el rio estaba ya  helado, lo que les permitía deslizarse por su superficie como por la mejor pavimentada de las autopistas. Viajaban a bordo de sus trineos tirados por perros, descendientes de sus antepasados caninos que vinieron de Siberia 15.000 años antes.

Era el inicio de su ciclo invernal de caza, que culminaba al pie de la enorme catarata helada.Allí establecieron su campamento con sus maravillosas tiendas de varas de abedul recubiertas de pieles de alce y caribú. Tiendas que les permitían soportar los rigores del clima y que mantenían perfectamente caldeadas gracias al fuego que se hacía en el centro; el humo escapaba por la parte superior.

Por encima de las cataratas Virginia  hay una gran meseta regada por miles de ríos y salpicada de lagunas, unos y otras bordeados de bosques donde abundan alces, los caribúes , los castores y los armiños. Los nahedis dedicaban el cortísimo día invernal para cazar, utilizando para ello azagayas con su propulsor, arma antiquísima que trajeron los primeros emigrantes asiáticos, y el arco aportado a su cultura mucho más tarde por sus inmediatos antepasados; disparaban flechas cortas con puntas de piedra y hueso.





Se dice que los nahedis esperaban en su campamento de invierno hasta oír el "canto" de la catarata, y la verdad es que al final de la estación fría- que en diciembre apenas deja ver el sol más de una hora- llega un día en que comienzan a aparecer enormes bandadas de gansos y de patos y detrás, siempre, algunos halcones. Los días comienzan a ser más largos, y de pronto el hielo comienza a crujir, y la catarata se desploma , lanzando por su 96 metros de caida vertical enormes bloques de hielo, témpanos y carámbanos como estalactitas gigantes, en medio de un rugido ensordecedor que durará muchos días: tantos como el deshielo.

Los nahedis comenzaban entonces a preparar su regreso al campamento de verano, al fresco enclave de Nahanni Butte. Porque cuando los largos días veraniegos- que en junio llegan a mantener al sol sobre el horizonte hasta 23 horas- lo llenan todo de luz, cuando la noche no es más que un breve crepúsculo,cuando la temperatura sube más de 25ºC y nubes de millones de mosquitos (...) se desplazan voraces por todas partes, la vida en las bellas cataratas Virginia se hace muy molesta, casi insoportable. Entonces, con las mismas ansias con que el río intenta recobrar su condición líquida, en el campamento nahedi comenzaba una febril actividad dirigida por el chamán del grupo. Algunos hombres se dedicaban a cazar para aprovisionarse de carne y pieles; otros a pescar con arpones y anzuelos de hueso, y las mujeres, a recoger varas y cortezas de abedul.

Los pobladores de la zona llamada Costa Noroeste se caracterizaron por un alto nivel cultural y artístico expresado en sus sofisticadas herramientas y en sus armas. Su civilización puede simbolizarse por las fabulosas canoas y por sus complejos postes totémicos, unas y otros realizados en madera de cedro.

 Pequeños grupos de tres o cuatro personas iniciaban la fabricación, con asombrosa habilidad, de grandes canoas, empezando por los esqueletos, que, después, forrados con pieles cosidas a la perfección, se convertían en embarcaciones sólidas y fuertes, capaces de soportar una gran carga y los más rudos golpes durante el descenso por los rápidos. Adornadas y pintadas con figuras geométricas y de animales totémicos, las canoas nahedis eran verdaderas obras de arte, difícilmente imitables.

Durante quince días los indios nahedis trabajaban en la construcción  de sus maravillosas canoas, y mientras tanto, el rápido deshielo de la catarata y del río  arrastraba aguas abajo los grandes témpanos. El chamán, hombre viejo y experimentado,era el encargado de señalar la fecha de la partida, cuando viera el río libre de hielos y considerara menos peligroso el descenso.




 Modelos de canoas atapasca (http://anthro.amnh.org/north)


El día anterior se cargaban las canoas con las pieles finas conseguidas durante el invierno, con la carne para alimentarse durante el viaje y con los enseres domésticos y armas. Esa misma noche, se realizaba bajo las directrices del chamán, la fiesta de la primavera, cuajada de cánticos y danzas. A la mañana siguiente se embarcaban en sus canoas, donde viajaban mujeres, hombres, niños y perros, de regreso a su base de verano en un peligrosísimo recorrido de 250 kilómetros por el río Nahanni.


 
  

Los indios de la taiga marítima, pertenecientes al área cultural de la costa noroeste, identificaban a su grupo social por medio de bellísmos postes totémicos, construidos con troncos de cedro tallados y pintados con las representaciones de animales totémicos, símbolos de sus antepasados.














Los indios nahedis vivieron en esta región de la taiga canadiense durante 10.000 años. Su adaptación al medio, por tanto, era perfecta. Pero en el siglo XVIII apareció en su escenario el hombre blanco, procedente de otras tierras, con otra cultura y con otras costumbres. El blanco europeo aprendió  de los indios los métodos de supervivencia en la taiga, los sistemas de caza y el comportamiento de los animales que le interesaban. Absorbió y adoptó muchas costumbres de los indígenas,pero no pudo renunciar a las propias, nutridas con otras formas de cultura y de concebir la vida, que con mucha frecuencia, le hicieron adoptar  posturas de superioridad, que en realidad sólo podia justificar por la posesión de una tecnología más sofisticada.

 La jerarquía, la autoridad y la condición social en general de cada miembro de la tribu se demostraba a través de una serie de adornos con símbolos de animales totémicos y los tocados de pluma.

La sola presencia del hombre blanco provocó un cambio, una brusca ruptura en una sociedad especializada, o sea, adaptada al medio en el cual evolucionó su cultura, y ésta no le capacitaba para absorber, asumir o adoptar, con la rapidez que exige, el choque súbito con otra cultura, en cierto sentido más evolucionada.. En el intercambio inevitable, el indio llevó la peor parte, es decir, la pérdida de tradiciones y de su identidad, el alcoholismo, las enfermedades y la desesperanza.

Los nahedis han desaparecido, por mucho que nos gustara creer en la leyenda que cuentan sus hermanos los eslavos; y hoy no queda más  que su recuerdo en la mente de sus vecinos, que, a pesar de haberlos sobrevivido, están sumidos en la autodestrucción del alcohol, de la apatía y de la desorientación como personas y como pueblo.

Pero los eslavos siguen creyendo que los nahedis, la tribu más fuerte y mejor preparada, no han muerto, son inmortales y están escondidos, felices con sus ancestrales costumbres, en algún lugar del remoto Parque Nacional de Nahanni.

Texto extraido de:
"La aventura de la vida, cronica de viajes de Felix Rodríguez de Fuente" de Editorial Urbión.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Los rios fueron las grandes vias de comunicacion del continente,un tema apasionante.

Tras la senda de los ancestros dijo...

Sí, e importantísimos para la subsistencia de las diferentes culturas nativas norteamericanas.

Anónimo dijo...

Si quieren escuchar estas historias en audio:
http://www.rtve.es/api/programas/37895/audios.rss

Tras la senda de los ancestros dijo...

Muchas gracias!!